viernes, 31 de mayo de 2019

miércoles, 29 de mayo de 2019






AUTOESTIMA Y ESAS COSAS...




Resultado de imagen de autoestima
Me decía el otro día mi amigo Paco, que él, por mucho que se miraba al espejo, no dejaba de ser Paco. Cuando me lo dijo, así a pelo, me quedé un poco rayado:
  - ¿ Eh...? Mmmm... ¡Explícate Paco, que no te pillo!
  - Sí tío, lo que oyes. Ya me he zampado todos los ejercicios de este libro, que dice que todas mis repuestas se encuentran en el espejo...Que todo está dentro de mí. y que me dará las soluciones  que necesito para enderezar mi vida. 
- ¡Ah..! Pero tu vida... ¿estaba torcida?
- Pues parece que sí. He descubierto que no estaba desarrollando mi verdadero yo...
- ¿Pero me hablas en serio...? 
  
Hasta ese momento creía que era uno más de los chistes subrealistas de Paco. Pero no: Paco se había contagiado de esta nueva religión en dónde, de forma sobrenatural, todos los deseos se ven cumplidos por el mero hecho de desearlo. Este pensamiento mágico, sería de gran consuelo, si no llevara aparejada la enorme carga de considerar que, por lo tanto, todo es mi responsabilidad: si no logro tal objetivo, me mejoro en este aspecto o cumplo determinado sueño, es porque no "pienso correctamente". El problema es que esto, como todo error, puede contener una parte de verdad.

Pero el error en todo esto, el error de fondo, puede ser el resultado de una cuestión puramente semántica, al confundir autoestima y auto-confianza. Falsa sinonimia en este caso, porque estima de estimar, puede significar aprecio, consideración, afecto; pero también juzgar, medir,considerar, pensar; y querer, amar, admirar y respetar. Por lo tanto la autoestima sería más bien medirnos, observarnos, conocernos y, tras ello, amarnos y estimarnos (ahora sí). Porque solo se puede amar lo que se conoce y acepta. Incluida la aceptación de nuestras limitaciones y defectos. La autoconfianza, el confiar en mi mismo, es otra cosa. Es el conocimiento del dominio de determinada cualidad o habilidad. Pero te recuerdo que la confianza, con o sin "auto", puede ser traicionada: en este caso por la realidad, que es tozuda, o por nosotros mismos, que también. 

Paco cree que siguiendo el llamado de su corazón, esto es, guiándose exclusivamente por los sentimientos y emociones, por los deseos y expectativas, el universo conspirará a su favor. A ver si nos centramos, Paco: tú que sacaste el bachillerato con nota...¿recuerdas el tamaño del universo? ¿recuerdas tu lugar en él?  ¿Recuerdas también que hay otros Pacos y Pacas? 7000 millones más o menos. Lo que quiere decir que el universo tiene que conspirar en 7000 millones de direcciones diferentes, sin contar con nuestros primos galácticos. O sea... ¡millones de voluntades que consideran que su criterio y su felicidad son los únicos valores seguros!

No. No podemos ser felices totalmente y todo el tiempo. Hay malestar, dolor, miedo y tristeza. Y también renuncias, limitaciones y defectos. Y con todo ello, coordinados con nuestra Libertad, armonizando nuestros sueños con nuestras capacidades, debemos sobrevivir. Lo único que podemos prever, en cualquier caso, es el no tropezar en la misma piedra en la que tropezamos ayer. Con eso ya podemos estar medianamente satisfechos. La vida ya nos traerá nuevas piedras en las que tropezar. Y ahí, la magia no ayuda mucho: lo único que hace es recubrir las piedras de pintura invisible. Incluso a veces, a un alto precio, disimula el dolor y el miedo. Pero "arreglar", lo que se dice arreglar, no arregla nada, porque no hay nada que arreglar. 

Lo que sí reconozco es el desarraigo, el vacío, la sensación de "no estar en casa", el saber que "somos otra cosa"... ¡Pero eso es fantástico, Paco! ¡Lo sientes porque estás vivo! El hambre de infinito y de eternidad no puede ser satisfecha con técnicas. Si un libro de autoayuda tuviese la solución, se habría escrito solo ese. No. Ese hambre solo se cura con Amor. Aunque si creemos que el Amor es un sentimiento, estamos otra vez en el principio, porque nunca encontraremos el Amor sobre unos sentimientos siempre cambiantes...

Yo no tengo consejos que darte ni puedo ofrecerte mas ayuda que la de estar cerca. Lo que sí tengo es mucho cuento. Tanto como para perderme en las "metamorfosis de Picktor", ir "en busca del tiempo perdido", decadente, de Marcel Proust, o jugar con el "Espacio y Tiempo" de Juan Ramón Jiménez. Tiempo, tiempo, tiempo... Es nuestra única propiedad, Paco: el tiempo. Y contra o a favor del tiempo, no hay magia que valga. ¡Y , además, está muy bien ser Paco! A mí, al menos, me gusta el Paco que conozco. Y a la gente que lo quiere, también.









domingo, 26 de mayo de 2019

Thomas Young y los Antonios.


Algunas veces, sin pretenderlo, al buscar una imagen en google, me aparece esta foto que me tomó mi hija, que distribuyó la editorial y que aparece en la solapa de mi último libro. Me veo así, aparecer en los sitios más insospechados y me da cierta sensación de densidad oculta, de contener un secreto que sólo yo conozco. Bueno, yo y la fotógrafa. Alguien dijo de la foto que su autora parecía conocerme muy bien. Y acertó: es mi hija Carmen. De la observación de la foto, “alguien” intuyó una información incompleta, pero veraz. Otros estaban convencidos de que me la había hecho ex-profeso alguien del departamento gráfico, porque era lo normal.  Lo más curioso es que, yo mismo, observando mi propia foto, también “intuyo” realidades ocultas de mi propia persona, pero también me sitúo en la perspectiva de otros observadores, “presintiendo” también sus percepciones sobre mí. Al fin y al cabo todos somos observadores observados. En este caso, en una filigrana intelectual, me coloco en la posición de observar al observador que me observa…
Pero es importante no pensar a priori que la foto me la hizo alguien de la editorial porque “es lo lógico”, “lo normal” o “lo de siempre”... De hecho, nadie sabe -hasta ahora- que tras esa foto, se encuentra una mañana deliciosa, junto a mi hija pequeña -la fotógrafa- y mi pareja. Una mañana de paseo sosegado, de complicidad profunda y de proyectos. Una mañana de poner sobre la mesa nuestros sueños y elegir los más estimulantes para vivirlos cada día...

Veréis. Hace poco he oído una situación que se da en un pueblo de Alicante. Resulta que en las elecciones municipales alguien se percató que, desde 1950, todos los alcaldes de esa población se llaman Antonio. 15 alcaldables de todos los partidos ha tenido desde entonces y todos se han llamado Antonio, y esto, amén de cierta inquietud, me aporta material del que extraer algunas conclusiones. Por ejemplo, que para ser alcalde en Alicante hay que llamarse Antonio. La experiencia y tradición así lo demuestran en este caso. Si el azar -o la preferencia de sus vecinos- sigue insistiendo en la “antoñización” del municipio, seguro que tras unas generaciones, ya tendríamos sesudas tesis doctorales que resaltarían la incuestionable importancia del nombre de pila para el ejercicio de cargo público. Por supuesto, habrá surgido una plataforma de afectados por la elección de nombre de pila que hicieron sus padres: “todos podemos ser Antonio”.  También habría quien sostuviese lo contrario y reclamase una regulación estricta al uso del nombre de Antonio. Así somos.
Muchos de los que pasáis por aquí sabéis -como yo- de lo que estoy hablando: de prejuicios. Pero no de personas, no, sino de prejuzgar la realidad. Queremos que la realidad encaje en nuestros estrechos cajones mentales, que quede todo clasificado y etiquetado, y nos frustramos porque la verdad, al igual que el tiempo, no se deja manipular así. Sobre todo porque, esa misma verdad está, a la vez, intentando ser clasificada -manipulada- por otros millones de observadores-observados que están igual de frustrados.  
Hoy, la ciencia física nos demuestra de forma experimental e incuestionable, que la mera observación de la realidad ya influye sobre ésta. Sí. Como si tuviésemos una suerte de poder mental que modula la realidad con solo observarla. Se le llamó el experimento de la doble rendija. Podréis encontrarlo fácilmente si no lo conocéis. Pero no os hagáis ilusiones respecto a tener poderes sobrenaturales, porque Aristóteles, Descartes, Einstein o Newton siguen siendo muy cabezotas.
Pero no creáis que he tenido ninguna revelación al respecto. Observar al que me observa solo me aclara que existen, quizás, tantos “yo” como personas con las que me he cruzado en la vida. Cada una tiene una foto mía. Quizás me consuele quedándome con las menos agrias y desenfocadas.

Quizás, al final, no sea tan mala idea votar a alguien que se llame Antonio. La verdad, es que al municipio le ha ido bastante bien con la cadena de Antonios que lo han gobernado y, a lo mejor, no es el momento de explorar desconocidos caminos con Pepes, Pacos, o Manolos. Por eso, aunque conozca la verdad, y ésta es que el azar es caprichoso, si eres de los alrededores de Alicante, no lo dudes: ¡vota por un Antonio! Los de otros territorios podemos elegir candidatos con nombres evocadores y románticos. Qué más da. ¡Si sólo son una foto!