sábado, 13 de julio de 2019

ESCALERA HACIA EL CIELO.

    Dijo Benjamín Franklin que "La democracia son dos lobos y un cordero votando sobre qué se va a comer. La libertad es un cordero bien armado impugnando la votación."

Estas consideraciones aún no pululaban por mis entendederas en 1.982. Fue un año en el que estrené mayoría de edad y carnet de conducir. Reestrené de paso una vieja furgoneta Ebro, con la que me puse en un plis-plas en Madrid. Fui al difunto estadio Vicente Calderón a oír a los Rolling Stones.

Fue un concierto memorable, bajo una tormenta atroz, que parecía diseñada al detalle por un genio de los efectos especiales. La lluvia, la música, los miles de globos que cayeron de pronto sobre un público absolutamente entregado y poseído, rayos y truenos... ¡Una orgía de luz, sonido y emociones!

Recuerdo, a la salida, ir a buscar un baño. No podía entrar. Había una unidad de emergencias atendiendo a una chica que se encontraba mal. Murió más tarde, según me dijeron, de una sobredosis. Cuando por fin pude acceder a uno de los servicios, me encontré camisetas y otras prendas más íntimas, con el Naranjito impreso y, abandonadas por todas partes, infinidad de jeringuillas usadas...

En ese instante una certeza, difusa e inconcreta aún, se instaló en mi para siempre: la constatación de la enorme capacidad que tiene "el poder" para institucionalizar las revoluciones y sacar tajada del proceso. En ese momento comprendí que, desde la "rebeldía" de consumir drogas, a oponerse al arte "formal", o cuestionar cualquier principio de autoridad y proponer fórmulas alternativas en la política, la sociedad o la supervivencia, terminaba siempre engrosando las abultadas cuentas corrientes de obscuros personajes. No eramos más que unos corderos proponiendo a los lobos un menú alternativo...

Pero aún había rebeldía, deseos de mejorar. Hoy, en cambio, solo veo miedo y docilidad. Nunca antes los jóvenes, se habían sumado tan fervientemente a todas y cada una de las "luchas" que se diseñan desde los despachos que, a su vez, crean la injusticia que se pretende combatir. No es asunto baladí que las ONG´s sean  el 8º motor económico mas poderoso del planeta. Tampoco es gratuito recordar que en la financiación de muchas -las mas poderosas- el peso de las subvenciones de los gobiernos es muy importante. Sin olvidar las directamente financiadas por grandes empresas y corporaciones.

Pero... ¡ojo! no podemos subestimar su importancia: su trabajo en sectores donde la Administración no llega -porque no puede o no quiere- se ha convertido en vital para "coser" las heridas sociales, ambientales o personales  que deja el progreso en su imparable camino. Aún así, debo tener claro que, en multitud de casos, el círculo esta perfectamente diseñado, cerrado y ensamblado: los que crean el problema, financian a quienes lo arreglan -nunca del todo-, obteniendo una impagable publicidad y, lo más importante, se constituyen en "sacerdotes" de un nuevo culto: el bien común... Si. sacerdote de una nueva religión en donde las "verdades morales" surgen del consenso -nadie sabe entre quienes- , no del estudio, la experiencia, la reflexión y la investigación.

Estas premisas son asumidas por los gobiernos sin rechistar, dedicando ingentes cantidades de dinero y recursos, censurando duramente al discrepante y olvidando el detalle de la experiencia humana: todo progreso ha sido siempre impulsado por quien discrepa de lo establecido. Porque el que discrepa, nos asusta. Nos remueve la comodidad de nuestras opiniones. Opiniones que ya se nos dan precocinadas y hasta precalentadas en las obscuras cocinas de los grupos de poder.

Voy a hacer memoria. El pescado azul, la carne de cerdo, el fin del petróleo, el holocausto nuclear, la superpoblación del planeta, la capa de ozono... Se me ocurren muchas más. Pero basten de ejemplo para resaltar lo que tienen en común: dan miedo. Y con un pueblo asustado se pueden implementar políticas, prohibiciones y expropiaciones del trabajo, que personas libres e informadas jamás aceptarían. Por eso siempre es conveniente seguir el rastro del dinero. Porque quien paga, manda.

Yo, aquel día del ´82, salí un poco insatisfecho del "Satisfaction" de los Rollig Stones. Porque parecía todo dirigido y manipulado y, aunque yo no hacía demasiados ascos por aquella época al "sexo, droga y rock´n roll", no podía dejar que la muerte de aquella chica, no tenía nada de sacrificio, ni de heroico, ni llevaba más que al abismo de los idiotas. Por eso prestaba mas atención a gente como Led Zeppelin: ellos me contaban la historia de una chica tan rica que creyó poder comprar una "Escalera hacia el Cielo". Lo que encontró fue que hay dos caminos y que, si se está vivo, siempre se puede cambiar de ruta. No quise nunca más que mi vida fuese una piedra rodante: me puse en el trabajo de ser, en cambio, una roca firme. Pero eso ya son historias para otros libros...










miércoles, 10 de julio de 2019

UN PUNTAPIÉ EN EL ESTÓMAGO.













Recuerdo haber visto alguna vez documentales sobre el entrenamiento de astronautas y similares. De entre las muchas "torturas" a las que son sometidos -acelerados, centrifugados, etc...- siempre me llamó la atención una en la que se simula la ausencia de gravedad. Consiste en introducir a los afortunados en un descomunal avión, hueco por dentro y, tras alcanzar éste una suficiente altura,se deja caer, provocando la "sensación" -y solo la sensación- de estar ingrávido. Esto sucede, a diferencia de una simple caída libre, porque todo a nuestro alrededor, incluso el aire que nos circunda, cae con nosotros, limitando nuestra perspectiva a nuestro medio circundante, que nos parece estático.


Pero no es así.  Porque todo cae. La Luna cae sobre la tierra, la tierra sobre el sol y nuestro sistema solar hacia un terrible agujero negro situado en el centro de nuestra amada Vía Láctea. Nosotros mismos caemos, a veces sin remedio. 

Las galaxias, sin embargo no parecen caer a ningún sitio. Más bien se separan entre ellas a una velocidad endiablada. Y es que resulta que en ese mundillo del macrocosmos, las leyes que lo rigen parecen volverse tan absurdas como en el mundo infinitamente minúsculo de las partículas subatómicas. Será, pienso, porque son aspectos que existen en el mismo género de realidades: el de las realidades no observables y el de las realidades que solo existen cuando son observadas. En esto, una vez más, nos encontramos con esa extraña ley por la que lo pequeño y lo inmenso se encuentran sus sorprendentes semejanzas en las leyes que lo rigen.

Nosotros no. Nosotros, si Dios no lo remedia, caemos. Caemos en un agujero de tiempo, siempre lineal, a la misma velocidad, mientras vemos a nuestro alrededor como pasan las capas de acontecimientos que vamos atravesando. No somos "cuánticos"  ni "multidimensionales " para nada...

Hace poco me encontré con Pepe (voy a llamarlo así). Pepe es un tipo culto, educado, arquitecto de profesión y padre de familia. La casualidad, que es prima hermana de la fortuna, hizo que me lo encontrara en uno de mis paseos por los alrededores de mi ciudad. Porque a mí las ciudades y las personas me gustan así: con alrededores, no con extrarradios

Se hizo el despistado, lo observé y noté un "algo" que no le era propio. Como una capa de barniz sucio y gastado sobre toda su persona. Se había perdido su brillo y estaba como mustio tras los inútiles esfuerzos que gastaba para aparentar ser él mismo. Al final se rindió a la certeza del encuentro -el camino no tenía otra salida- y se dispuso a el. Noté como tiraba una lata junto a una pequeña escombrera y, en principio, no me suscitó curiosidad. Cuando se acercó, en cambio, necesité pocas explicaciones sobre su ausencia de los lugares comunes que solemos visitar. Una sonrisa forzada, unos ojos brillantes y perdidos, un olor característico... ¡Noté como un puntapié en el estómago! Pasaron por mi mente todos los momentos de mi bajada al abismo. No sabía que decir. Sólo fui capar de articular un dolorido:
    - ¡Pero Pepe...! ¿Cómo tú...? ¿Porqué no dijiste nada? ¡Vuelve a casa, coño! Sabes que allí te esperamos...

Pepe me soltó una serie frases hechas, de trivialidades, huyendo de territorios comunes, que me confirman su delicada situación. Yo hice lo mismo. Tan solo, al despedirnos, le apreté fuertemente la mano y, mirando a sus ojos vidriosos, remarqué insistiendo:
    -¡...y que no se te olvide, Pepe, dónde estoy ...! ¡Dónde estamos! Allí siempre te espera tu casa.

Si. Pepe está cayendo. Re-cayendo. La recaída es uno de los momentos mas íntimos y personales que puede experimentar alguien. Es un tiempo que le pertenece solo a la persona y, los demás, no podemos hacer nada. Es una lucha atroz y despiadada. Y es a muerte. La recaída no solo es un asunto de ex-adictos. La recaída es un proceso más de los que puede experimentar cualquier persona que quiera mejorarse a sí misma. Que quiera redirigirse a una vida libre, plena y razonablemente feliz.  Recaer en actitudes, pensamientos, creencias o situaciones de las que sabemos el enorme potencial destructivo que tienen, no es más que parte del proceso rehabilitador. Eso sí: hay que ser conscientes de que de algunas no se sale...

Si, Pepe. Vas hacia abajo a velocidad de caída libre. Y el problema es que, al igual que los astronautas en el avión que mencioné, todo tu mundo, tu entorno, tu vida, está cayendo contigo a tu misma velocidad, haciendo imposible la percepción de la realidad. Lo vemos los que estamos fuera del avión...

Párate, Pepe, asómate a una ventanilla y compruébalo. Y después salta del avión aunque eso signifique dejar todo tu "mundo" atrás. Porque "tu mundo", Pepe, es un enorme y lujoso avión sin piloto. Suerte. Te esperamos. ¡Y no te enfades con Newton, ni con la compañía aérea, ni con la agencia de viajes que, al avión, has subido tu solito!