martes, 31 de marzo de 2020

LA CRISIS QUE VIENE NO ESTÁ FUERA DE NOSOTROS.


    

      Así de concisa y escueta resumió mi cabezota treinta minutos de terrorífico telediario mientras me desinfectaba las manos, preparaba una tortilla, atendía el teléfono, me regañaba a mi mismo por fumar y discutía con con mi abuelo materno, fallecido hace muchos años y que tengo colgado en el pasillo. No os asustéis: es el retrato decimonónico, de un señor adusto y joven, de bigote impecable y que sigue siendo un cachondo desde el más allá. Por eso lo tengo al lado de mi padre, que era de su "cuerda" y con el que hizo muy buenas migas. 

      Le consultaba sobre que pensaba de los momentos que estábamos viviendo. Algo debería saber él -pensaba yo-  al fin y al cabo estuvo en la guerra de Cuba, en la guerra civil y en la guerra de alimentar a sus ocho hijos en un ambiente francamente hostil. Mi papá le replicaba que "lo mío si que..."  Algo sabía mi papá también que fue refugiado, huido y, finalmente, héroe condecorado de una guerra que, según la historia académica, "casi" no existió... Pero los dos estaban de acuerdo en un consejo: no te fíes ni del suelo que pisas. Parece sólido. Pero solo lo parece hasta que te das cuenta que estás el la última planta de un edificio mal construido: los arquitectos diseñaron a prisa y con prejuicios, los constructores rapiñaban materiales y los albañiles se despreocupaban de un trabajo bien hecho.    

      Dudé un momento...¡Tienen razón! Al fin y al cabo, esas estructuras tan seguras, esas  que fallan estrepitosamente, son creaciones del ser humano. Creaciones puramente mentales. Pensadas por simples y falibles -cuando no malignos- mortales. Eso si: tan interiorizadas por hombres y mujeres del mundo que se expresaron  en la multiplicidad de creencias, filosofías, disciplinas científicas y paracientíficas, pensamiento político o escuelas culinarias. Y económicas.

      ¡Ay la economía! La economía pretende ser la teología de la nueva religión de y del Estado, del culto a un nuevo dios. Este falso dios es, como no, trinitario:  Seguridad, Bienestar, Derechos. Este dios - este edificio intelectual- se derrumba estrepitosamente y nos damos tortazos por agarrarnos a la única columna que queda en pié... En ese momento todas nuestras seguridades, todo nuestro bienestar y todos nuestros derechos se van al carajo en un plis-plas. Pero los sacerdotes de esta religión insisten en un culto vacío, alienante y desolador, ahora expresado en la "misa de  8 desde la ventana" con su liturgia hueca de aplausos y vítores. Como la orquesta del titanic: un heroísmo fútil. No. Esta "religión" no puede explicar el mayor misterio del ser humano: su consciencia y su libertad. Ni su vacío interior, ni su ansia de infinito. En esto los pobres lo tienen más sencillo. Los pobres, los que siempre han vivido en la "planta de abajo", que es la que soporta todas las de arriba, solo tienen que apartarse un poco para que los de arriba, cargados con sus miserias, no les caigan encima.

      Ahora, ese supuesto dios, ese ídolo, está cayendo. Y así cada vez hay más personas que se dan cuenta de lo que es realmente su dinero, su seguridad, sus "derechos": un acto de fe ciega. Fe en el BCE, en en la U.E. en los políticos de turno, en los "guardianes del conocimiento"...porque todos sus ahorros, no importa cuántos, su trabajo de una vida, todas sus esperanzas,  valen ...¡lo que ellos decidan! Porque detrás de su dinero, incluso de sus billetes en el bolsillo, de sus derechos, ¡No hay nada más que fe! Fe en que mañana, mi panadero, mi médico o el maestro de mis hijos, le dará a mis billetes el mismo valor que yo: valor convenido y pactado. Fe en que mi vida, mi libertad y mi trabajo, mañana, tenga algún valor para alguien. Fe en que yo respetaré por siempre lo que dice un papel...

      En España parece ser que el problema es otro. El problema aquí es que somos unos borrachos, unos solitarios, unos botarates y unos corruptos. No lo digo yo. Lo dice el ministerio de igualdad, el Informe Pisa,  el FMI. y algunos jueces valientes. Pero me lo creo. Al FMI me lo creo porque de corrupción saben lo suyo; al informe Pisa, porque de lo suyo ¡Si que saben! aunque los políticos lo usen para sus intereses. De los jueces no digo nada: hay que dejarlos trabajar en paz. Y del Ministerio de Igualdad no me creo nada pero, a veces, en su apacible y bucólico vivir en los pastos estatales, sin querer, paciendo descuidada, resopla entre las hierbecillas y le suena por casualidad la flauta olvidada por el pastor... Sólo erró, una vez más, en el género: cada vez más españoles llegan a casa solos y borrachos independientemente de su sexo. Es lo normal cuando por pensamiento, palabra, obra u omisión, sin reconocer ninguna culpa, malcriamos a nuestros hijos, abandonamos a nuestros padres y traicionamos a nuestros semejantes por un plato de lentejas. Así es lógico que lleguemos a casa solos y, con un poco de suerte, lo bastante borrachos como para anestesiar nuestra conciencia y olvidar nuestro vacío y nuestra nada. Yo, que he llegado solo y borracho a casa alguna vez, se de lo que hablo.

      Pero, a pesar de todo esto, ¡yo creo! Y no por fe, que también, sino porque soy testigo. Soy testigo de desvelos, trabajos y sufrimientos indecibles de gente anónima que no da la mas mínima publicidad de sus logros.  Creo, con las debidas precauciones, en vosotros. Sin precauciones, solo en Dios. Creo en personas misteriosas que aparecieron en mi vida, me ayudaron y desaparecieron tan misteriosamente como aparecieron. No me dio tiempo a decir ni "gracias"... 

    Con todo esto aprendí que mi felicidad no es un objetivo alcanzable, por mucho que insistían mis amigos mas "progresistas". No.  Mi felicidad no es un objetivo al que llegar, sino una consecuencia. Es consecuencia de la vida que elijo vivir cada día. Es consecuencia de mis pensamientos, palabras, actos y omisiones.... Por eso es conveniente también situarse temporalmente y comprender que nuestra experiencia tiene fecha de caducidad. Que la vida es un único examen. Que no me da tiempo a todo. Vamos que... ¡la voy a palmar! Que sea por un virus, una cirrosis, una pelea o una depresión si es, en parte, nuestra elección. Incluso si no elegimos y a pesar de nuestra seguridad, bienestar, solidaridad y buenos deseos. Estos son mutables y finitos. Pero también podemos elegir morir en Amor, que excluye todo lo anterior y es además, eterno. 

      Estaba a punto de ceder a la melancolía -estoy confinado y me lo puedo permitir- pero, cómo una tenue luz, luz de una cerilla casi consumida en la punta de los dedos, pero luz al fin y al cabo, apareció en mi ánimo: el Doctor agarrarse al sillón hasta el último día aunque reventemos todos. El FMI nos puede declarar "personas non gratas" o el Ministerio de Igualdad puede empezar a abrir tabernas pero ¡hoy queda un día menos para llegar a una nueva realidad!

      Cómo veis lo que nos espera no es tan malo. Podemos elegir. Así que tengan un feliz y libre día. ¡Y buscad motivos para la esperanza, que los hay!

lunes, 13 de enero de 2020

LOS LIMONES Y LA LIBERTAD




Los Pirineos, "desde atrás"... (Alrededores de Tarbes)
Siempre, desde pequeño, me gustaba mirar los detallados mapas de España y Europa que alegraban los fríos textos de Geografía de la extinta EGB. Desataban mi imaginación, ayudada por unas fotografías de lugares, que llevaban adosadas un pie de foto con citas de algún lugareño ilustrado. Pero había
una zona "misteriosa" en los mapas: los Pirineos. Tras ellos, solo aparecía un nombre sin mas referencias: Toulouse. ¡Más misterio! Yo sabía que Francia debía estar más poblada, y que sería más grande y diversa que el París de Alain Delon o Briguitte Bardot. Y me interesaba sobre todo, aquel supuesto vacío en el mapa, justo detrás de los Pirineos. Porque en las películas, en la radio, en casa,  se hablaba de un "más allá de los pirineos" como la entrada a otro mundo, a otra vida. 

No engañéis a los niños.


Yo ya sabía que "tras los Pirineos" se encontraban París, Londres, Berlín o Nueva York. Porque en el ideario colectivo, América también se encontraba tras los Pirineos. Y también sospechaba que a lo largo de esa línea imaginaria que unía Biarritz con Perpigñan, vivía gente y ocurrían cosas que no eran las vacaciones de los famosos en la Costa Azul ni los desfiles de París.





   La "otra línea" del mapa, Portugal, solo parecía estar poblada en Lisboa y Oporto, pero en este caso yo sabía con seguridad que, al menos, había dos sitios más en los que vivía gente: Valença, entrando por Tuy,  y Vila Real de Santo Antonio, por Ayamonte. Lo sabía por las excursiones de mis padres y sus amigos a la zona, en las que mi papá se dedicaba a comprar café, vino y tabaco y mi mamá y sus amigas, arrasaban como posesas las tiendas de ropa de hogar, como si el apocalipsis de la industria textil fuese un hecho inminente. No. Portugal no me parecía misterioso.

Curiosidad...


  En cambio, aquella otra "zona muerta" del mapa... ¡Siguió alimentando mi imaginación durante años! Empecé conocer algo más de este misterioso lugar con la enciclopedia de casa y con el mapa de carreteras de Europa que regalaba una marca de neumáticos. También descubrí que a los Pirineos se le podía hacer trampas y bordearlos por sus extremos. Esto me lo enseñó Josep Pla, junto con la receta para una buena caldereta a bordo y la del conejo a la brasa con ali-oli. cuando me enroló en un balandro de contrabandistas que traían, desde Perpiñan, medias de seda, perfumes y otras preciadas manufacturas francesas a la entonces pobre bahía de Cadaqués.

Vagabundeando y aprendiendo.





   En este mes de Agosto he vuelto, una vez más, a vagabundear por estas tierras en busca de un "nosequé" que colme para siempre mi curiosidad de niño sobre lo que hay detrás de esa tapia vertiginosa que llamamos Pirineos. Entrando por la antigua carretera Desde Bayona, atravesando los obscuros bosques de la Gascuña,  zizagueando sin rumbo ni tiempo, a la espera de lo extraordinario, de lo misterioso o lo trascendente: Pau, Tarbes, Lourdes, Toulouse, Carcasonne, Aux...




  Y efectivamente me sorprendí encontrándome con quien no buscaba y en donde no buscaba. Mientras, a la vez, encontraba lo que buscaba  en donde lo buscaba y que contaré de forma mas extensa mas adelante, Dios mediante.  




Ocurrió que me encontré con Carlomagno. Pero no en cualquier sitio. No en un area de servicio de la D64, ni en una pastiserie de Tolouse, ni siquiera cazando venados por los poblados bosques de la zona... No, Me lo encontre en la bandera y escudo de la ville de Lourdes.Veréis. Resulta que me contaron que cuando Carlomagno volvió de sus aventurillas poco acertadas por la Hispania de entonces, tuvo tiempo aún de recibir otra buena zurra en Roncesvalles.  Empezó entonces a pensar que mejor se retiraba a descansar, por si pasaba  mientras tanto su mala racha. Se decidió por Lourdes y, cuando llegó, se la encontró ocupada por los Musulmanes. Puso entonces sitio a la plaza y castillo ocupado por los musulmanes, que estaban al mando de Mirat. La leyenda o historia narra que, durante el sitio  un águila gigante llevaba en su pico una trucha enorme recien pescada que dejó caer sobre los sitiados. Mirat, tipo listo, recogió la trucha y se la envió como regalo a Carlomagno, asegurándole así que tenían víveres suficientes y acceso al río para resistir el asedio, por lo que este era inútil. Carlomagno lo creyó pero, hombre de fe, prefirió mandar al Obispo de Tarbes, Mon. Turpin, a entrevistarse con el jefe de la fortaleza. El resultado fue que el musulmán se convirtió al cristianismo con gran parte de su ejército y que tiempo después fue bautizado. El apellido Turpin sigue presente en la comarca actualmente.




Heráldica


Como consecuencia de esta leyenda el blasón de la ciudad de Lourdes está representado por un escudo de gules con 3 torres negras almenadas sobre una roca de plata. Un águila negra con las alas abiertas y con una trucha de plata en su pico vuela por encima de la torre mediana; punta en azul con 6 montes que separan los 7 valles de Lavedan bañados por el río Gave.

Recursos


Esta historia me hace reflexionar sobre lo que define a las gentes de este lado de la tapia: la utilización de los recursos disponibles, no ya hasta la optima utilizació, sino hasta la exquisitez estética y formal partiendo de lo sencillo. Lo noto, ya en las elaboradísimas recetas culinarias, que parten siempre de productos sencillos, hasta en la arquitectura tradicional (que aún se resiste a desaparecer) que utiliza exquisitamente los elementos disponibles. Así nos encontramos ciudades monumentales hechas de ladrillo, como Toulouse, -la ciudad rosa la llaman por ello- porque barro y arcilla es lo que tiene el Garona que la atraviesa; ciudades hechas de cantos rodados, con ta técnica de tapial, porque piedras y cantos tiene el rio Azur que la circunda; o ciudades de piedra y madera como Lourdes, en donde es el material mas evidente para cualquiera que escudriñe un poco el paisaje.

Limones


Si. Eso me ha enseñado Carlomagno y estas gentes. Que, como el viejo dicho recuerda, "si te dan limones, haz limonada". Pero a estas gentes, si les das limones, te hacen limonada, mermelada de limón, pastel de limón... ¡y te organiza unas jornadas lúdico-festivas sobre todo ello! Eso es lo que había "mas allá de los Pirineos".

Libertad


No importa si la vida te da limones, piedra, barro u obispos. Con lo que nos da, seguro que podemos hacer mas cosas que limonada. Solo se trata de gestionar la libertad. La libertad y los limones.


















Hoy quiero contaros algo de Antonia Amores Montero y Joseph Omobi Aguokobuo.
A veces, es “a toro pasado” como se calibran bien los acontecimientos y las personas. Por que, a la postre, no somos más que eso: un acontecimiento más. Somos por lo tanto efímeros y, como en una sesión de jazz o una pieza teatral, si no “quedamos grabados” , la aventura irrepetible de nuestra vida, sea esta una obra maestra, una horterada suma o un bodrio anestesiante, se perderá para siempre en la noche del tiempo y de nuestras frágiles y selectivas memorias.

La gratitud y la memoria.

Y yo no quiero eso. Yo quiero, yo amo, yo adoro la memoria, que es una forma sublime de gratitud. Y yo estoy agradecido a todas las personas de bien porque, independientemente de lo lejanos que estén en el tiempo o la distancia, sus buenas obras, palabras y pensamientos, contribuyen decididamente a hacer mejor el mundo en el que vivo. Puro egoísmo si quieren.
De los personajes “importantes”, de las grandes hazañas y de los desastres terribles ya andamos bien surtidos de cronistas, eruditos y exégetas. A mi, en cambio, me interesan sobre todo dos parcelas de la Historia: la de las personas sencillas que hacen grandes cosas y el de personas grandes que hacen cosas sencillas.

Aprender o morir.

A mi todo esto me costó lo mío aprenderlo, no crean, porque, como dice un viejo refrán, “cuando termina la vida de la escuela, empieza la escuela de la vida”. Yo siempre he procurado el maridaje entre ambas y tuve la suerte de que mis mayores y mis maestros se empeñaron en lo mismo. Por eso aprecio las “pequeñas” historias vividas por grandes personas: son las puntadas con las que se cosen las roturas del mundo, para hacerlo más abrigado, más libre, más humano.
Y de maridajes, de escuelas, de vidas y entendimientos, va esto. Porque se celebró en pasadas fechas, en la Escuela de Hostelería del I.E.S. Rosaleda, el almuerzo de Navidad de un centro de enseñanza. Pero no de uno cualquiera, no, sino del Centro de Educación de Adultos Palma-Palmilla, que dirige Adela Gordillo. Y creedme: si se da un lugar en donde los alumnos son fuente de experiencias, a veces durísimas, y de sabiduría de la vida, es este. Como guinda del pastel, además, en esta ocasión se sumaron dos artistas que, aunque de sabores bien distintos, representan muy bien lo que se consigue cuando lo ”otro” se suma a lo “nuestro” creando así un “nosotros”.

Al grano…

Ahora al grano. Todo este circunloquio me pareció necesario para dejar meridianamente claro quienes son Joseph Omobi y Antonia Amores, que amenizaron la velada con su arte y su corazón. Son, antes que nada, alumnos de este Centro. Pero hay más:
Joseph Omobi es, ante todo, un hombre libre. Hijo de un funcionario del gobierno y nacido entre seis hermanos, sintió pronto la llamada de la música, recibiendo clases de piano. Tocaba en el coro de su Iglesia y, aprovechando la más mínima excusa, se sentaba delante de un teclado, lo que le hacía un chico, cuando menos “peculiar”. Al menos en su ambiente de Lagos, en donde el trabajo duro, muy duro, para obtener la mera subsistencia, puede ser la mejor de las expectativas posibles. Pero en su alma grande, africana y ancestral, había una inquietud, un ansia viva y teologal: la Libertad. Movido por ella y alimentado sólo de música y de fe, se embarcó en la peligrosa aventura que le trajo hasta nosotros.
Cuando Joseph se sienta al piano se transforma. Se hace uno con los acordes y melodías que parecieran salir de él mismo más que del propio instrumento. Lo escucho y me lleno de sensaciones de Oscar Peterson, de Ramsey Lewis, de Tete Montoliú o de Mary Lou Willians. Y me sorprendió, porque reconozco -topicazo al canto- que esperaba recibirlas de Ofege, Fela Kuti o de Larry Ifediorama, aunque no fue así. Sus influencias musicales son las de quienes aman la música. Pero, sobre todo, recibió la influencia de “algo” , como dije, ancestral e inmarcesible. Y eso solo se comprende cuando Joseph te mira a los ojos, te da un apretón de manos o te da un abrazo de agradecimiento. Cosas de las Almas y los Siglos…
Y aparece Antonia Amores. ¿qué decir de ella que no esté viciado por el respeto, cariño y admiración que le profeso? Resumiré una evidencia constatable: arte y corazón ilimitados en una persona infinita. Bailaora, cantante y cantaora, modista, empresaria, activista política y enciclopedia viva del flamenco de Málaga… ¿lo véis? Casi infinita. La vida de Antonia daría material para más de una buena novela. Quizás lo dé…

Causas, efectos y principios.

Comienzan los acordes. El maridaje ocurre. Jazz, copla, flamenco, ¿que más dá? Cuando dos corazones enormes se encuentran, por su propio tamaño, se rozan un poco, parece que no caben bien en lo limitado de esta pobre y triste realidad. Pero es solo una apariencia.  Solo se están adaptando antes de fundirse en la expresión de algo más grande. Y surgen así los principios que mueven las causas y las palabras que cambian realidades. Esas realidades que cambian a las personas que son las que mueve, un poco, el futuro hacia un mundo mejor. Como ha sido siempre: grandes personas que, haciendo cosas sencillas, hacen que personas sencillas hagan  grandes cosas.